JL Agro

Tanto en España como en el extranjero se ha sentido, desde muy antiguo, la necesidad de divulgar en el medio rural las técnicas agrarias más avanzadas y ventajosas, que, orientando debidamente al agricultor, elevasen sus conocimientos y el nivel de vida familiar.

Con tal fin, y considerando que la formación de hombres y mujeres comienza en las escuelas, en 1.876 se promulgó una Ley que hacía obligatoria en ellas y en otros centros de estudio la enseñanza agrícola.

Pero el antecedente más próximo y similar al «Servicio de Extensión Agraria» fue la creación, en la provincia de Soria, en el año 1.928, de un «Servicio de aplicaciones agrarias», de carácter comarcal.

En cada cabeza de comarca se instaló una estación experimental de 2 a 3 Hectáreas, al servicio de los agricultores, dotada con sementales de ganado selecto y un parque de maquinaria agrícola.

Se trataba, en síntesis, de estudiar cada comarca y comprobar en ella las prácticas agrícolas más adecuadas, para divulgarlas entre los agricultores de la zona.

Esta organización de «centros comarcales» de Soria significó un avance considerable frente al criterio de «cátedra ambulante» y grandes «centros de experimentación», seguidos hasta entonces.

En efecto, al frente de cada «centro comarcal» había un técnico agrícola que convivía y cooperaba estrechamente con el agricultor y sus problemas.

Con ello, al igual que sucedió posteriormente con el «Servicio de Extensión Agraria», técnico y agricultor se enseñaban mutuamente y estudiaban, de modo conjunto y razonable, los problemas que vivían a diario. Como consecuencia de todo ello ambos adquirían una valiosa experiencia, portadora de los mejores frutos.

Pero tales «centros comarcales», muy bien concebidos, languidecieron rápidamente por diversas circunstancias adversas.

Bastantes años después se creó el «Servicio de Extensión Agrícola», que seguía el criterio comarcal de los antiguos centros de Soria, pero cuyo ámbito pretendía ser toda España.